El primer caso documentado sobre una condena por sodomía data de 1624 [1] en el condado de Virginia bajo el poder de Inglaterra, en lo que ahora es el condado de Virginia en los Estados Unidos. Fue un polémico caso sin testigos entre un capitán de barco y uno de sus marineros, en que el primero terminó condenando a la horca. Como es de esperarse, tras varios siglos la documentación existente es escasa e incompleta, pero permiten construir los eventos principales.
Los hechos
Según el testimonio de William Cowse, un marinero de 29 años, el 27 de agosto de 1624, mientras el Ambrose estaba anclado en el río James, su capitán Richard Cornish [2] lo llamó para que cambiara las sábanas de su cama. Él asistió a la orden y tras cumplirla, el capitán que estaba ebrio se acostó en la cama y lo invitó a unirse a él. Cowse se negó, por lo que Cornish se levantó, le rompió la bragueta del pantalón y lo obligó a tener relaciones sexuales con él. Cornish desvistió al marinero, lo besó, abrazó y finalmente lo acercó a su vientre y lo «mojó». Luego el capitán pidió una servilleta y Cowse se la llevó. El marinero también narra que la única persona en la embarcación en el momento era el contramaestre Walter Mathew, quien testificó que no vio nada ese día ni escucho a Cowse llorar ni pedir ayuda. Sin embargo, Mathew declaró que unos 3 o 4 días después escuchó al Cornish diciéndole al marinero que sería «derrotado en alma y cuerpo» y que «aunque me hice el tonto contigo ayer, no te sorprendas» [3]. Durante este tiempo Cowse afirma que en varias ocasiones el capitán lo buscaba, lo besaba, le pedía que lo acompañara a diferentes lugares y colocaba su mano sobre su «bragueta». Estos detalles fueron registrados formalmente el 30 de noviembre de 1624, como parte de la documentación del juicio. El capitán Cornish fue condenado a morir ahorcado.
Un año después de la condena, en diciembre de 1965, el hermano del condenado a muerte, Jeffrey Cornish, insistió en que su hermano era inocente y que su condena fue un error. El tribunal escuchó las declaraciones de los opositores, pero concluyó que dichos alegatos eran mentira y condenó a los que se opusieron. El primero fue Edward Nevell, quien, en su regreso a Virginia desde Canadá, dijo que Cornish fue «colgado injustamente por un bribón» [4]. La corte sentenció a Nevell el 3 de enero de 1625 y ordenó que fuera colocado en la picota con un papel en la frente con la causa de su ofensa en el mercado, que se le cortaran ambas orejas, que sirviera a la colonia durante un año y que el condado no pudiera declararlo jamás un hombre libre [5]. Poco tiempo después, Thomas Hatch también osó expresarse en contra de la Corte, a lo que un compañero suyo le advirtió que sus palabras podían costarle las orejas, a lo que el mismo le contestó: «No me importan mis orejas, que me cuelguen si quieren» [6]. Quizás debió ser más cuidadoso porque el 6 de febrero de 1625 fue condenado a ser azotado desde el fuerte hasta la horca y desde ésta hasta la picota, una vez allí se le cortaría una oreja y serviría al gobernador y capitán general de Virginia, sir George Yardley [7], durante 7 años [8].
Análisis del caso
Tras conocer los hechos que se extraen de la documentación oficial, es posible hacer una serie de análisis, interpretaciones y especulaciones varias. Enumeramos algunas de ellas a continuación:
Anexo
Mostramos tres extractos de la documentación oficial del juicio del capitán Cornish disponibles en el sitio web de Rictor Norton, según el cual «todos los documentos reproducen fielmente la ortografía, la puntuación, las mayúsculas y las cursivas de las fuentes originales» [12]. Como puede observarse, el inglés corresponde a un inglés antiguo, por lo que el uso de ciertas letras o palabras es diferente.
Primer texto:
Called to this Examinat [i.e. examinee, witness], to lay A Cleane payre of sheete into his bed, wch this Exam[inee] did, And the said Wm went into the bed, and wold have this Exam com into ye bed to him, wch this Exam refusinge to doe the said Richard Williams went owt of the bed and did cut this Exam cod peece . . ., and made this Exam unredy [i.e. removed his clothing], and made him goe into ye bed and then ye said Williams als[o] Cornush went into ye bed to him, and there lay Vppon him, and kist him and hugd him, sayinge that he wold love this exam yf he would now and then come and lay wth him and so by force he turned this exam uppon his belly, And so did putt this Exam to payne in the fundement and did wett him [i.e. ejaculated] and after did cale for A napkin wch this Ex. did bringe vnto him, and sayeth that there was but one man A boarde the shipp, wch was Walter Mathew the boatswains mate beinge… [passage missing, probably censored] And further sayeth yt he was sore 3 or 4 d[a]yes a[fter] and that after this ye next dye after in ye morning [the] said Williams als[o] Cornish said to this Exam though [I did] playe the foole wth you yesterdye, make no woondr[;] further he sayeth yt after this many tymes he wou[ld] putt his hands in this Exam[inee’s] Cod peece and plaid a[nd] kiste him, saying to this Exam yt he could have brought them to sea wth him, yf he had . . . [passage missing] him, that would have plaid wth him, And after this Exam beinge caled and refusinge to go he… [passage missing] him before the maste and forbad all the shipps Company to eate wth him, and mad[e] this Exame Cooke for all the rest. (30 November 1624).
Segundo texto:
Yt is ordered yt Edward nevell for his offenc[e] [i.e. lying] shall stand one ye [one time in the] pillory wth a paper one his head shewinge the cause of his offence in the markett place, and to loose both his Ears and to serve the Colony for A yeere, And forever to be incapable to be A ffreeman of the Countrey. (3 January 1625/6).
Tercer texto:
Thomas Hatch for his offence shalbe whipt from the forte to the gallows and from thence be whipt back againe, and be sett vppon the Pillory and there to loose one of his eares, And that his sirvice to Sr George Yardley for seaven yeers Shalbegain from the present dye, Accordinge to the Condicion of the dewtie boyes he beinge one of them. (6 February 1625/6).
M. Sc. Mariano O. Murillo Cedeño
Sexólogo y docente
marianomurilloc@gmail.com
[1] Stewart señala este suceso en 1625 (Stewart: Proud heritage, xix).
[2] Cornish también es conocido como Richard Williams. En la documentación del juicio ambos apellidos se utilizan para identificar al capitán. Por eso en algunos libros o sitios web que hablan del caso se refieren al capitán como Richard William(s) Cornish.
[3] Norton: “The trial of Richard Cornish, 1624”, en: http://rictornorton.co.uk/eighteen/cornish.htm
[4] Godbeer: Sexual Revolution in Early America, 123.
[5] Norton: “The trial of Richard Cornish, 1624”, en: http://rictornorton.co.uk/eighteen/cornish.htm
[6] Godbeer: Sexual Revolution in Early America, 124.
[7] El governador Yardley es, de hecho, quien dictaminó la sentencia.
[8] Norton: “The trial of Richard Cornish, 1624”, en: http://rictornorton.co.uk/eighteen/cornish.htm
[9] Raithby: The statutes at large, of England and of Great Britain, 145. Disponible en: https://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=njp.32101075729275&view=1up&seq=189&skin=2021. La ley fue promulgada originalmente en 1533 y tuvo una reforma en 1548. En ambos casos la descripción de la sodomía como vicio es igual.
[10] Godbeer: Sexual Revolution in Early America, 124.
[11] Godbeer: Sexual Revolution in Early America, 124.
[12] Norton: “Homosexuality in eighteenth-century England: A sourcebook compiled by Rictor Norton”, en: http://rictornorton.co.uk/eighteen/index.htm
No es extraño que el abuso sexual genere ideas, emociones y expectativas totalmente opuestas a las que tendría una persona con un desarrollo psicológico sano. Esto es así tanto para adultos como para niños, sin embargo, a causa de la normal inmadurez durante la infancia, estas falsas creencias afectan al niño a un nivel mucho más profundo. Pensemos por ejemplo en una mujer que tuvo una niñez feliz, pero que ahora de adulta se siente “sucia” a causa de una violación. Sin restarle importancia al dolor de esta mujer, la falsa creencia instalada en un niño que desde muy pequeño fue sometido a actos sexuales abusivos y que nunca tuvo la oportunidad de desarrollar una sana autoestima, es diametralmente distinta. En el primer caso la idea falsa coexiste con otra correcta que hace que la mujer en lo profundo sepa que sigue siendo una persona digna de respeto, pero en el segundo caso el niño no pudo o no completo este proceso esencial.
Permítaseme una analogía más haciendo uso de dos fenómenos astronómicos, el eclipse y el solsticio. Un eclipse solar es cuando la Luna tapa la luz del Sol y el solsticio es cuando el Sol tiene su mayor declinación con la Tierra y hace que se obtenga el día y la noche más largos del año dependiendo si estamos en el Norte o el Sur. En la adultez el abuso sexual es como un eclipse que impide que la luz del amor propio brille con todo su esplendor, pero en la niñez es como vivir la larga noche del solsticio. Para algunos niños su solsticio puede hacer que su noche tarde décadas o incluso toda la vida. La buena noticia es que la luz del Sol puede salir en ambos casos y hay personas que están dispuestas a acompañarnos durante ese tiempo de oscuridad.
Una de las múltiples consecuencias que puede generar el abuso sexual infantil (ASI) es la confusión ética entre lo bueno y lo malo. Básicamente consiste en llamar “bueno” a lo “malo”, romantizar la violencia, consentir la propia cosificación. La confusión no se da por falta de intelecto y para salir de esta no basta con una buena explicación, ya que más que una incomprensión es un estilo de vida. Los ambientes que propician la confusión ética son muchos, vamos a explorar algunos de ellos.
El abusador muchas veces es un familiar que durante varios años a cuidado y jugado con el menor de edad. En otros casos es un conocido de la familia que es bienvenido en el hogar con alegría. ¿Cómo un niño logrará entender lo malo que es el abuso sexual si el mismo individuo que lo somete a tales tratos es el mismo que lo lleva a pasear, le compra juguetes y lo invita a su restaurante favorito? Esa no es la imagen de maldad que tiene un niño en la mente. El abusador no se ríe de forma macabra, no es perseguido por súper héroes, ni es un demonio con cola y tridente. ¿Dónde está la maldad en lo cotidiano? El niño no puede comprender en qué momento la línea entre lo bueno y lo malo se desdibujó, tanto así que los mismos adultos a cargo de su cuidado nunca vieron la maldad acechando y calificaron de cariño a lo que poco a poco se fue convirtiendo en abuso sexual.
Muchos niños crecen en hogares donde los malos tratos y la violencia son el pan de cada día. El niño llega a creer que los manoseos que recibe son parte de una dinámica familiar normal y que lo lógico es que las personas la pasen mal. Quizás tiene hermanos mayores que pasaron por lo mismo y hay varios abusadores: padres, tíos y abuelos, hombres y mujeres.
Otros escenarios son todavía más violentos. Muchas familias viven al margen de la ley y su modo de subsistencia es a través del tráfico de drogas, la prostitución, el robo o el sicariato. En estas casas o comunidades rige la ley del más fuerte, por lo que no es extraño que el abuso sexual infantil se dé impunemente. La confusión ética que padece el niño que crece en un ambiente de este tipo puede ser muy severo. En un programa de apoyo para niñas y adolescentes víctimas de explotación sexual comercial (ESC), Fernández et al. indicaban lo siguiente:
«Las actividades clandestinas para obtener dinero, son incorporadas por las niñas desde su primera infancia, de manera que no hay cuestionamientos acerca de si lo que haces es bueno o malo, más bien es visto como parte de lo cotidiano. Con el paso de los años, estas actividades de las personas cercanas adquieren una connotación positiva, de manera que quienes hacen grandes robos o venden droga, ganan el respeto de la comunidad, e incluso son admirados(as) por estas niñas y adolescentes»[1].
En línea con lo anterior, existen una dinámica que padecen sobre todo las niñas bajo prostitución infantil que debe ser comprendida. Cuando una chica entre un grupo se convierte en la pareja oficial de su proxeneta, ésta recibe un trato superior que le hace creer que todo está bien. Por ejemplo, ella gozará de mayores beneficios económicos, vivirá con más seguridad tendrá una relativa autoridad sobre sus compañeras. Sin embargo, ella solo está bajo una dominación mucho más profunda que la lleva a apreciar cualquier mejora en su vida como si fuera amor. Dicho con otras palabras, la ausencia de amor auténtico convierte a su proxeneta en un príncipe azul.
Una última realidad que exploraremos será cuando los niños se sienten obligados a esconder su abuso. Algunos creen que si callan evitará una ruptura familiar o salvará a sus seres queridos de penas económicas. Su silencio se debe a un mal entendimiento de lo que es el amor y consideran que deben sacrificarse por el bien de los demás. Esta idea de que anularse por otros es amor debe ser erradicada de la mente de toda víctima. Aquí los niños asumen un papel que no les corresponde y es la de ser los proveedores del hogar. Esta forma de pensar muchas veces está inducida por el propio abusador y en otras ocasiones los familiares sospechan del abuso, pero lo consienten al evitar preguntar la causa por la cual llega dinero a la casa.
Las dinámicas que hemos descrito afectan considerablemente el desarrollo de los niños. No por nada las víctimas de ASI de adultos también llegan a entrar en relaciones tóxicas, codependientes o violentas. En muchos casos, también pueden convertirse a su vez en pederastas y perpetuar los mismos esquemas destructivos. Se suscita la idea de que a los niños se les trata así, de que una forma de amor es el abuso y que el silencio o pretender que nada ha pasado es la forma normal de vivir en familia.
M. Sc. Mariano O. Murillo Cedeño
Sexólogo y docente
marianomurilloc@gmail.com
[1] Fernández, Retana, Fallas & Longhi: Almas de mariposa, 44.
La maternidad, el espaciamiento de los hijos, el aborto y otros temas similares se han discutido desde el principio del feminismo. Una prueba de ello es la novela El amante de lady Chatterley de 1928 que se enmarca en la primera ola del feminismo. Allí se relata que la señora Olive leía un libro futurista en la que «[…] se decía que los niños se engendrarían en botellas y las mujeres estarían “inmunizadas”», a lo que ella expresa: «¡Será muy divertido! […]. Entonces la mujer podrá vivir su propia vida» [1]. Sin embargo, si bien estos temas se debatían, la primera ola no giraba en torno a la capacidad de elegir o decidir, sino alrededor de la capacidad jurídica de la mujer. Según el antropólogo Weeks, el derecho a decidir solo será un punto central dentro el feminismo a partir de la segunda ola, más específicamente, a partir de la década de 1960 [2].
El derecho a decidir solo podría ser aplicado a la primera ola en un sentido amplio, es decir, si argumentamos que temas como el sufragio femenino implican la capacidad de elegir a los gobernantes. Pero, aunque procediéramos de esta manera, es evidente que no es lo mismo hablar de asuntos jurídicos como el sufragio, el acceso a la educación superior y la libre disposición del patrimonio, que tópicos relacionados con la anticoncepción, el aborto, las técnicas de reproducción asistida y otros. Sí, en la primera ola la mujer adquiere el poder de decidir por ella misma, pero estas decisiones tienen motivaciones y características distintas a las que se darán en las subsiguientes etapas. Dicho de otra forma, es posible pensar en la primera etapa del feminismo sin recurrir al tema de la reducción de los hijos, pero no así con la segunda y tercera ola. Prácticamente hoy el derecho a decidir es un requisito sine qua non para considerarse feminista, y aquella mujer que diga serlo en abierta oposición al aborto, será rechazada por el mismo movimiento.
M. Sc. Mariano O. Murillo Cedeño
Sexólogo y docente
marianomurilloc@gmail.com
[1] Lawrence: “El amante de lady Chatterley”, 96.
[2] Weeks: “The languages of sexuality”, 24.
Gary Bruce Wilson fue un profesor de anatomía que se dedicó a investigar la adicción a la pornografía y ayudar a miles de personas a salir de esta dinámica. Fue ampliamente conocido por su charla en TEDx “El gran experimento del porno” y por su exitoso libro Your brain on porn (Tú cerebro en el porno). Nació el 12 de mayo de 1956 y falleció pocos días después de cumplir los 65 años, el 20 de mayo del 2021.
La adicción a la pornografía es una realidad que constantemente es negada, pero que la creciente investigación científica cada vez confirma más. Hoy sabemos que el porno genera cambios a nivel neurológico en cómo se percibe el estímulo sexual. La evidencia también muestra que con el paso del tiempo aumenta la cantidad de horas que se dedican a esta práctica y como el material se vuelve más agresivo. Mientas algunos insisten que esto no tiene efecto en la vida real, se ha visto como la población que consume este material tiene altos índices de conducta adictiva y disfunción eréctil. Pero lo peor de todo es cuando la agresividad que se ve en el porno pasa a la vida real y se asume como sano y deseable la violencia. Para aquellos que niegan que solo es un asunto de educación y que basta con explicar que lo que ocurre en la pantalla es tan solo una actuación, deberían investigar cómo actúan las neuronas espejo para que dejemos de pretender de una vez por todas que nada pasa. Esto no es una opinión ni un asunto de religión, es ciencia verificable que investigadores como Wilson han logrado ir esclareciendo.
«El consumo de porno no es una cuestión moral. Sin embargo, para el cerebro humano, el porno en Internet es tan diferente de las revistas eróticas como «El Mundo de Warcraft» lo es del juego de Damas. La capacidad de este singular estímulo supernormal para alterar el cerebro tiene importantes implicaciones para los consumidores (especialmente durante la adolescencia)» Gary Wilson [1] .
Para conocer más el trabajo de Wilson, recomendamos lo siguientes recursos:
Mariano O. Murillo Cedeño, sexólogo
marianomurilloc@gmail.com
Actualización: 26 de mayo del 2021.
[1] Wilson, citado por FTND: “Your Brain on Porn: Gary Wilson’s online guide to the latest science and research”, en: https://fightthenewdrug.org/your-brain-on-porn-gary-wilsons-porn-fighting-ba-website-working/.
Una de las ideas erradas más propagandas desde la Educación Sexual es que esta se basa en información y no en valores. La idea se originó en los Estados Unidos aproximadamente en la década de 1960 y ha sido utilizada más allá de sus fronteras sin advertir que surge de un contexto muy específico que no tiene equivalente en otras latitudes [1]. ¿A qué nos referimos? A que en Estados Unidos convergen poblaciones con etnias y religiones muy diversas entre sí, por lo que a la hora de promover la educación sexual no se podía dar prioridad a los valores de unos grupos sobre los de otros. Por otro lado, en este país la propaganda religiosa en los centros educativos está prohibida, lo cual creaba una cierta tensión social en cómo debían enfocarse temas como el matrimonio, la virginidad, el deseo erótico, entre otros. Bajo estas circunstancias se dijo que no se irían a proponer valores sino tan solo datos puntuales, lo que dejaba a las familias con la libertad de educar en este aspecto, al menos en principio. Si bien quizás algunos tuvieron una buena intención al difundir esta idea, la realidad es que la Educación Sexual no fue ni puede ser amoral [2], de lo contrario ¿cómo diríamos qué la violencia doméstica está mal? El error en todo esto ésta en pensar que los valores son un monopolio de las religiones.
Los valores no son un monopolio de las religiones y, por lo tanto, una Educación Sexual ética no equivale a una predica o una catequesis. Tres fuentes que pueden tomarse como base para elaborar principios éticos para la Educación Sexual son la Filosofía, la religión y los Derechos Humanos (DDHH).
La sensibilización a través de los DDHH
Los DDHH en la Educación Sexual sirven en parte para la sensibilización. Con sensibilización queremos decir que se pueden sacar a la luz diversas realidades negativas y generar empatía con ellas, como es el caso con la violencia doméstica, el abuso sexual infantil, el sexismo y otras. Por ejemplo, se podría discutir el tema de la desnudez forzada como una forma de violencia sexual y de tortura [3] o la protección especial que reciben los niños, las mujeres y los ancianos en la familia debido a su vulnerabilidad [4].
La función de los DDHH como medio de sensibilización ante la injusticia humana es innegable, sin embargo, como cualquier otro sistema no es perfecto y si no advertimos sus limitaciones seremos incapaces de mejorar. Su primera limitación es que no son la única fuente de valores. Así como dijimos que la religión no monopoliza los valores, tampoco estos lo hacen. Los DDHH son incapaces de responder a todos los retos éticos de la Educación Sexual porque simplemente hay temas como el amor y la fidelidad que no contemplan.
Otro aspecto es la creciente noción que hace ver a los DDHH como el non plus ultra de la ética. Eso constituye en un extremismo que diviniza a los DDHH. El imaginario colectivo tiende a pensar en la ONU como lo máximo y algunos políticos como el dominicano Laluz ha dicho que es «la mayor expresión de civilización humana». De forma similar existen posturas de derecho positivo que indican que los DDHH son un producto colectivo que crean la dignidad humana. Tal es el caso de Rojas [5] que escribe lo siguiente:
«Bien sabemos que los derechos humanos […] surgen como un conjunto de beneficios para la clase burguesa que se apropió del poder en Europa a finales del siglo XVIII, propuesta que […] creó abstracciones –como la dignidad, la igualdad, el derecho y la propiedad privada, entre otras– poco vinculadas con la realidad de los sujetos no propietarios o desposeídos, tanto humanos como no humanos» [6].
«De esta forma, la educación no convierte los derechos humanos en un tema más, en una teoría o abstracción a discutir, sino en un proceso de sensibilización, concientización y acción sobre la mejoría de la realidad que nos rodea. Esto con el fin de buscar alternativas necesarias para la producción y reproducción de la vida en las condiciones de dignidad por las que debemos luchar» [7].
Es cierto, los DDHH no son un tema más, son quizás el hito contemporáneo más importante en la comprensión ética de la persona tras uno de los períodos más cruentos de la historia, pero cuando Rojas dice que no son una «teoría más» sino un «proceso de sensibilización», casi que los concibe como si fueran un ente autónomo. Advirtamos nada más que los DDHH se originan de una concepción de derecho natural y no de derecho positivo como hoy muchos quisieran dar a entender.
Conclusión
En conclusión, los DDHH son un medio para incorporar los valores en la Educación Sexual y sensibilizar al público general. Su valor reside en que son una síntesis secular de los valores, sin embargo, hay que tener cuidado de no creer que son el único medio ni que contemplan todo el bagaje ético necesario para una tarea tan ardua. Que actúen como el denominador común entre las naciones no hace que sean una visión perfecta de la ética. Advertir esto nos ayuda a entender que en el fondo lo que sensibiliza no son los DDHH, porque estos al igual que cualquier otra norma no son más que palabras sobre un papel. Lo que en verdad que sensibiliza a las personas no son los DDHH sino los valores que estos encierran.
Autor: M. Sc. Mariano O. Murillo Cedeño
marianomurilloc@gmail.com
[1] En países latinoamericanos donde los valores son más homogéneos entre la población general, este principio no puede ser copiado. Lo que sí se puede hacer es realizar una buena lectura de los valores sociales y saberlos implementar.
[2] SIECUS: Siecus report, vol. 20, n. 6., 1-2.
[3] Existen casos como el de la Cárcel Miguel Castro Castro Vs. Perú (2006) y el de Espinoza Gonzáles Vs. Perú (2014). La desnudez forzada podría calificarse como un “trato degradante” desde la óptica de la Declaración sobre la protección de todas las personas contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes (1975).
[4] Declaración Universal de los Derechos Humanos, arts. 16.3 y 25. | Pacto de San José, art. 17.1.
[5] Aída Rojas Chavarría es docente con una especialidad en Derechos Humanos.
[6] Rojas: Transeducarnos, 29. Confróntese además las páginas 34 y 72.
[7] Rojas: Transeducarnos, 73.
Para los sexólogos Masters y Johnson «un compromiso es un voto para hacer algo» [1], y la confianza que se deposita en esta promesa es la base de todo vínculo social: «Si una persona no pudiera tener la capacidad de confiar en otra, el vínculo social no podría existir» [2]. Este compromiso puede responder a fines más prácticos como cuando hablamos de una empresa, o a fines emocionales como sería el caso de los matrimonios. En las uniones de pareja el compromiso emocional es algo que se da como parte de la evolución natural de los sentimientos, es decir, que las parejas sin proponérselo, poco a poco se van vinculando más estrechamente.
El compromiso emocional genera dos tipos de sentimientos, la “simpatía” y la responsabilidad. La simpatía es la sensación de querer cuidar al otro y corresponderle con cariño, mientras que la responsabilidad es ser consciente de mi papel para alcanzar esto. Masters & Jonson explican que ambos sentimientos se experimentan al alzar a un bebé entre los brazos, pero que en este caso, los sentimientos no son recíprocos, porque el pequeño al principio no es consciente de ellos.
La unión de la pareja vendrá a ser reforzada por el placer el cual sella como el cemento su unión. Según nuestros sexólogos «el placer recíproco pone un sello al compromiso emocional» [3]. Pero placer no es solo el disfrute físico o sensual, sino que es mucho más rico que eso. En algún punto de este trayecto, la pareja en el afán de preservar y aumentar el placer mutuo, harán un compromiso formal buscando la fidelidad y el matrimonio, con la plena convicción de que lo que encontraron en el otro, no lo hallarán en otras personas. Sobre la fidelidad escriben lo siguiente:
«Su expectativa es la fidelidad, porque quieren ser fieles. Además, se dan cuenta de que si alguno de ellos, o ambos, hubiera de buscar satisfacción sexual con otras parejas, el círculo del compromiso se habría roto. Cuanto más satisfacciones encuentran con otras personas, menos son las que necesitan uno de otro; y cuanto menos necesitan uno de otro, más fácil les resulta andar por caminos separados. Más allá de toda racionalización, los episodios extramaritales demostrarían dos cosas: primero, que cada uno era incapaz de satisfacer las necesidades físicas y emocionales más básicas del otro, y segundo, que cada uno no consideraba al otro como una fuente, única en su género, y por ende irreemplazable, de satisfacción y de placer» [4] .
En el matrimonio muchas parejas quedan absorbidas por sus nuevos compromisos, a los que Masters & Johnson denominan “obligaciones”, y poco a poco pueden ir descuidando su vínculo emocional. Ellos no señalan que el problema sea el matrimonio o las obligaciones en sí, sino el descuido de lo emocional para dedicarse solo a estas últimas.
Otro problema que platean es que la misma confianza que depositan en el otro para crear su vínculo y aumentar el placer mutuo, es la misma acción que los vuelve vulnerables. Si la confianza es lo que une a la pareja, el miedo a ser dañado es lo que destruye el placer sexual. «Y es que el principal obstáculo para el placer sexual es el miedo, en todas sus formas: el miedo a ser herido, física y emocionalmente; el miedo de equivocarse o de cometer un error y de ser castigado; el miedo de que lo consideren a uno feo, torpe, tonto, incompetente, indiferente, indeseable… una lista casi interminable que incluye todas las ideas negativas que alguna. vez hayan podido tener de sí mismos los seres humanos» [5]. El miedo a revelarse como seres sexuales dotados de deseos y necesidades afectivas, va distanciándolos emocionalmente. Ser un ser sexual «[…] significa más que la simple aceptación de la identidad masculina o femenina» [6], «ser una persona sexual significa ser sensible a los propios sentimientos sexuales, o sea, tener conciencia de los impulsos sexuales espontáneos que nacen en el propio cuerpo, aceptados como naturales, sanos y “buenos”, disfrutar de ellos si vergüenza ni culpa, y permitir que se sumen hasta terminar tensiones que requieren cierta forma de liberación» [7].
Partiendo de todas estas ideas, los sexólogos concluirán que un «compromiso total» es aquel en el que todo sentimiento de obligación o responsabilidad está entretejido con todo sentimiento sexual [8]. Para que una pareja subsista, es necesario atender a ambos compromisos y no descuidarlos.
Autor: Mariano O. Murillo Cedeño
marianomurilloc@gmail.com
[1] Masters & Johnson: El vínculo del placer, 323.
[2] Masters & Johnson: El vínculo del placer, 324.
[3] Masters & Johnson: El vínculo del placer, 325.
[4] Masters & Johnson: El vínculo del placer, 327.
[5] Masters & Johnson: El vínculo del placer, 337.
[6] Masters & Johnson: El vínculo del placer, 336.
[7] Masters & Johnson: El vínculo del placer, 336.
[8] Masters & Johnson: El vínculo del placer, 343-344.
El significado del concepto de “relación sexual” parece ser más que evidente. Nadie tiene dudas de qué estamos hablando, pero como acontece frecuentemente en el mundo de la sexualidad, nos quedamos sin palabras a la hora de definir hasta los conceptos más básicos. “Sexualidad”, “amor”, “orgasmo” y otros términos son tan solo algunos ejemplos, y el de “relación sexual” no es la excepción. Por ello, para hacer una primera aproximación al concepto, deberíamos preguntarnos qué es lo que se relaciona, con qué se relaciona y qué tipo de relación funda.
En la relación sexual lo que entra en relación no es la sexualidad sino mi persona. Este principio conviene no olvidarlo porque es muy fácil invertirlo, o al menos en cierta medida a nivel práctico. La cuestión es simple, o la persona reconoce que es ella quien guía su sexualidad o deja que sus impulsos tomen el control. En la primera opción se dan las condiciones para poder alcanzar la armonía de la vida sexual, en la segunda la persona constantemente se siente confundida, fragmentada y arrepentida.
¿Y la persona entra en relación con qué? La respuesta es lógica, con otra persona. Esto significa que la relación sexual es solo una forma de relación interpersonal. Sin embargo, en el mundo de la sexualidad a diferencia de otras formas de relacionarse, muchos se empeñan por reducir el grado de involucramiento interpersonal. Todos hemos escuchado expresiones como “es solo sexo”, “no sé por qué lo hice”, “sólo es entretenimiento”, como quien pretende hacerse ajeno a la situación. Nunca hemos escuchado cosas como “yo compré el reloj, pero solo fue algo económico” o “salí con mi familia, pero solo era entretenimiento”. Nadie se expresa así porque nadie pone en duda que somos el protagonista de las acciones que hacemos, pero en la sexualidad ahí sí que muchos tratan de marcar una diferencia entre quienes son y qué es lo que hacen. Bajo esta mentalidad algunos llevan una doble vida en donde en la cama se vale ser cruel, desatento y promiscuo, mientras que en las demás facetas de la vida se es amable, comprensivo y fiel.
Ya planteado lo anterior, podemos comprender mejor que tipo de relación que hay en una relación sexual. Tres consideraciones que podemos tener en cuenta son las siguientes:
En nuestro intento de llegar a definir el concepto de “relación sexual”, no podemos ignorar el presupuesto antropológico que hemos descrito en estas pocas líneas. Tenerlo en cuenta nos permitirá hacer una definición más acertada.
Desaproximaciones al concepto de relación sexual
Definir “relación sexual” sin tener en cuenta que es la persona en su unidad la que entra en relación puede conllevar a falencias más o menos graves. Algunos casos son los siguientes:
El Ministerio de Educación Pública (MEP) de Costa Rica en su programa de Educación Sexual del 2017 propone tres definiciones de “relaciones sexuales”, las cuales separa en coitales, corporales y genitales. El error del MEP está en la fragmentación del encuentro erótico y tratar de trazar una línea para explicar dónde empieza y termina lo corporal aparte de lo genital y de lo coital. Un rápido examen a las definiciones nos devela tanto sus errores técnicos como sus contradicciones internas. Por ejemplo, en la definición de “relaciones sexuales genitales” dicen que son «[…] aquellas en las cuales se exploran estimulan y disfrutan sensaciones en los genitales […]» [2], y en la de “relaciones sexuales corporales” afirman que «[…] pueden incluir, o no, la exploración y estimulación de los genitales» [3]. La pretendida diferencia establecida por ellos mismos sucumbe y no tiene ninguna utilidad práctica en la formación de los estudiantes. Al fin de cuentas “las genitales” están del todo incluidas en “las corporales”. Como ejemplo de error técnico podemos ver como en la definición de “relaciones sexuales coitales” establecen que es cuando se da la «[…] penetración del pene en la vagina o en el ano» [4]. Coito es un acto reproductivo que, como bien dijo Kinsey, «[…] nunca tiene más de un significado, el cual es la unión genital entre una hembra y un macho» [5], por lo que definirlo como penetración anal es un error [6]. Otros detalles podrían ser anotados, pero no pretendemos hacer un análisis extenso de estos tres términos en el programa educativo.
Una postura radical de “relaciones sexuales” la encontramos en el sexólogo Marty Klein, quien tras un breve análisis del coito en su libro Sexo inteligente, concluye lo siguiente: «Por lo tanto, te propongo que “Renuncies al Coito”» [7]. Aunque Klein no hace una definición formal de relaciones sexuales, detrás de su propuesta evidentemente hay un concepto de fondo. Tratar de explicarlo no es el propósito de este artículo [8], pero definitivamente no parte de un enfoque personalista como el que hemos desarrollado previamente. Las palabras de Klein que abogan por retirar de la erótica una práctica completamente válida y natural, ignoran por completo la experiencia de miles de personas que en el coito experimentan el “encuentro”. Y es que más allá de sensación física, en la que sabemos que solo el 25% de las mujeres van a llegar al orgasmo con la sola penetración [9], el coito en su dimensión psicológica presupone un acto de profunda intimidad [10]. El mismo Klein enfrenta tal idea y claramente dice: «[…] deja de usar la palabra intimidad para referirte al coito o a acciones sexuales» [11].
Una definición que también se aleja un poco de la consideración personal es la de Nayara Malnero, una de las sexólogas más reconocidas en el mundo. En su libro dirigido a los adolescentes escribe: «Claro que sí, la expresión “practicar sexo” significa algo y no tiene nada que ver con nuestro DNI [12]. El sexo también es algo que se hace, que se practica a solas o en pareja, dependiendo de cómo lo definas» [13]. Seguidamente afirma: «Masturbarse es tener sexo con uno mismo, masturbar a tu novio/-a es tener sexo con otra persona» [14]. Técnicamente Malnero no comete un error grave porque ella explica que hay diferentes formas de definir las “relaciones sexuales”. Sin embargo, como queda patente ella adhiere a la opción de incluir dentro de la definición a las prácticas que se realizan individualmente. Si bien sí es posible hablar de “entrar en relación conmigo mismo”, esta posibilidad solo se entiende desde ese primer significado de vincularse con “lo otro” o “el otro”. Una segunda razón por la cual presentamos una objeción tiene que ver con un carácter de conveniencia teórica, es decir, no resulta conveniente incluir las prácticas autoeróticas dentro de la misma categoría en la que está el encuentro erótico, ya que hay una dinámica distinta entre ambas. Pero hay una razón de mayor peso que es altamente ignorada por muchos expertos en la materia, y es que el concepto “sexual” implica que hay otro, ya que la palabra “sexualidad” procede del latín secare, que significa “seccionar” o “cortar”. En este sentido conductas como la masturbación podría decirse que no son “sexuales” porque no ponen a la persona en diálogo con el otro sexo. Pero que no se nos mal interprete, con esto no queremos excluir al autoerotismo del análisis sexológico, ni tampoco afirmamos que no haya nada de sexual en dicha experiencia, solo aclaramos la terminología para fundamentar mejor nuestro concepto de relación sexual.
Las tres posturas anteriores se alejan de formas diferentes de la visión de la persona como unidad en diálogo. Las formulaciones teóricas que hemos citado no es que tengan que hacer mención explícita de la terminología que usamos. No, nuestra pretensión no es dar una definición única que agote el desarrollo científico, sino clarificar el principio de fondo que no puede ser contradicho sin menoscabar su significado más humano. El problema no es crear categorías o hablar de autoestimulación, es la visión desintegrada de la relación sexual en detrimento del valor supremo de la persona.
Conclusión
Analizados los puntos anteriores, estaremos en una mejor capacidad para comprender la particularidad de aquello que llamamos relaciones sexuales. Al acercarnos a su núcleo más íntimo y comprender el protagonismo que tiene la persona en su dinámica, podremos construir conceptos y teorías que sean más acordes para la Sexología del siglo XXI.
La diferencia entre la relación sexual desde la persona y aquella que se hace desde la sola sexualidad, se traduce en la búsqueda de meros placeres pasajeros o en la formación compromisos con el otro. Quizás por eso Masters & Johnson decían que «el placer recíproco pone un sello al compromiso emocional» [15]. Si entendemos a las relaciones sexuales como meros ejercicios placenteros o como un entrecruce de genitales, no podremos darnos cuenta de una experiencia mucho más rica y personal, es decir, aquella en la que el placer y lo genital está al servicio de la relación interpersonal [16].
Autor: Mariano O. Murillo Cedeño
marianomurilloc@gmail.com
[1] Diamond: Vivir el sexo, 181. Para profundizar un poco más sobre el significado del cuerpo en la sexualidad puede verse el siguiente video: https://youtu.be/5gUVcT0bLEA
[2] MEP: Programa de estudio de afectividad y sexualidad integral. Tercer ciclo, 71: «Las relaciones sexuales genitales son aquellas en las cuales se exploran, estimulan y disfrutan sensaciones en los genitales, a través de caricias, sexo oral, penetración de dedos, otras partes del cuerpo u objetos sexuales, entre otros».
[3] MEP: Programa de estudio de afectividad y sexualidad integral. Tercer ciclo, 71: «Las relaciones sexuales corporales son aquellas en las que los cuerpos se encuentran a través de diversas expresiones como besos, caricias, acercamientos, rozamientos, etc. Las relaciones sexuales corporales pueden incluir, o no, la exploración y estimulación de los genitales».
[4] MEP: Programa de estudio de afectividad y sexualidad integral. Tercer ciclo, 71: «Las relaciones sexuales coitales son aquellas en las cuales se presenta penetración del pene en la vagina o en el ano».
[5] Kinsey, Pomeroy, Martin & Gebhard: Sexual behavior in the huma female, 101: «Coitus —pronounced co’i-tus, with the accent on the first syllable— refers to a union of male and female genitalia. The term intercourse, used without a modifier, is often intended as an exact synonym of coitus. On the other hand, there may be oral intercourse, anal intercourse, homosexual intercourse, and, in a totally non-sexual sense, social intercourse. The term coitus never carries more than the one meaning, which is genital intercourse between a female and male».
[6] No negamos que hay sexólogos que actualmente hablan de “coito anal”, pero sigue siendo un error y no parecen ser la mayoría.
[7] Klein: Sexo inteligente, 154.
[8] Intuimos que el concepto de “relaciones sexuales” que maneja Klein puede tener una perspectiva entre hedonista y conformista. Si se nos permite ser más técnicos, parece partir más desde un paradigma kinseyano. No podemos llegar a una conclusión completa en este artículo porque examinar tal cuestión llevaría a una profundización mucho mayor.
[9] Kaplan: La eyaculación precoz, 18-19. Puntualmente dice: «[…] el 75 por ciento de las mujeres perfectamente normales no son capaces de alcanzar el orgasmo con sólo la penetración vaginal, sin que tenga ninguna importancia la duración de ésta. Estas mujeres sexualmente sanas sólo pueden llegar al orgasmo si reciben una estimulación directa sobre el clítoris antes, después o durante el coito».
[10] Cf. Wolf: Vagina, 97-106. Tras una exposición del funcionamiento del orgasmo en cuatro capítulos, en los que contempló la distribución de los nervios, los producción de neuroquímicos, las características psicológicas del orgasmo y las zonas erógenas en la cérvix, todo con referencias a estudios científicos en revistas indexadas, la autora escribe: «También me daba cuenta de que para muchas mujeres, cuando se ejerce presión sexual sobre el cuello uterino, los orgasmos pueden tener un tono mucho más emocional: las mujeres pueden echarse a llorar después de tener un orgasmo en el que ha participado el cuello uterino. Muchas mujeres me han contado cómo se han vuelto emocionalmente “adictas” a esa sensación con un amante en concreto» (p. 99). Wolf narra lo anterior para indicar cómo los estudios científicos que acaba de exponer demostraban que lo que muchas mujeres y ella misma habían experimentado era real.
[11] Klein: Sexo inteligente, 153.
[12] En España el DNI es el documento nacional de identificación.
[13] Malnero: Sexperimentando, 20.
[14] Malnero: Sexperimentando, 20.
[15] Masters & Johnson: The pleasure bond, 253: «Mutual pleasure sets a seal on emotional commitment».[
16] Una video anterior a este artículo donde intentamos hacer una definición es el siguiente: https://youtu.be/opkxymwoO_g
El placer y el amor, dos sensaciones que están asociadas al menos a cuatro químicos en el cerebro. Si a veces las concebimos como rivales es porque las señales que envían a nuestro cerebro tienen diferentes objetivos y si privilegiamos a una sobre las demás, podría producirse un desbalance. Estos neuroquímicos que influyen en la sexualidad de la persona son la oxitocina, la dopamina, la serotonina y las endorfinas [1].
Los neuroquímicos anteriores no son enemigos, todos son necesarios para el correcto funcionamiento de la persona. Lo que llamamos desbalance en la mayoría de los casos puede resolverse con pequeñas acciones que nos permiten retomar nuestra vida. Si el problema está en la dopamina que emitimos a la hora de comer, seguramente la solución no estará en aguantarse las ganas sino en redescubrir el placer de la felicidad que está asociado a otras actividades. Si lo que se quiere es no recurrir a actividades sexuales que traen dolor aunque son placenteras, quizás deberíamos revisar si estamos intentando enmascarar un problema con las endorfinas que nos reporta dicha práctica. La consulta con un sexólogo o especialista podría ayudarnos a salir de las malas interpretaciones que hacemos sobre la sexualidad y de nosotros mismos.
Autor: Mariano O. Murillo Cedeño
marianomurilloc@gmail.com
[1] La oxitocina es una hormona. La dopamina y la serotonina son neurotransmisores. Las endorfinas son péptidos opioides endógenos
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Autor: Mariano O. Murillo Cedeño
marianomurilloc@gmail.com
La pregunta suena un poco extraña, pero es entendible. El orgasmo no es un objeto tangible que podemos poner en un lugar u otro, pero sí algo que ocurre y la pregunta es dónde. La mayoría de las personas pensaría que la respuesta es evidente, sin percatarse que su propia experiencia dice lo contrario. Lo primero que nos viene a la mente es creer que el orgasmo ocurre en los genitales, obvio, ¿no? Esta forma de pensar está tan arraigada en nuestra cultura occidental que se ha vuelto un dogma. La música, las series, las películas y sobre todo la pornografía refuerzan esta idea incesantemente: un pene y una vagina es igual a un orgasmo, el orgasmo es al final de cuentas una eyaculación en el hombre y una lubricación abundante en la mujer. Eso parece, pero no es así.
Advertimos que nuestro fin no es terminar diciendo que el orgasmo es algo que ocurre en la mente. Es lógico que las sensaciones de dolor o placer las produce el cerebro, pero también es cierto que cuando nos golpeamos el pie no nos termina doliendo el estómago. Es claro que el cerebro envía las sensaciones, pero estas sensaciones no se distribuyen aleatoriamente. De igual forma con el orgasmo, no es que los genitales sienten algo y la señal terminará dándose en otro lado. Sí, las sensaciones que perciben los genitales se sienten en los genitales, y sí, el orgasmo no está en éstos. Parece contradictorio, pero no. Existe una respuesta clara a esta interrogante.
Los primeros en desmontar de forma contundente y verificable el mito de que el orgasmo ocurre en los genitales, fueron Masters & Johnson. En su revolucionario libro, Respuesta sexual humana, lo primero que van a decir tanto al iniciar el apartado del hombre como de la mujer, es que la reacción corporal a los estímulos sexuales no está limitada a los genitales. No es solo lo primero que dicen, sino que es puntualmente la primera oración que escriben en ambas secciones. Con esto dan a entender que el primer paso para comprender cómo actúa el cuerpo ante los estímulos eróticos es no reducir la sexualidad a la genitalidad.
Sobre la mujer escriben: «La respuesta fisiológica de la mujer a la estimulación sexual no está confinada a las vísceras del aparato reproductivo» [1]. De forma similar escribirán lo siguiente sobre el varón: «Las reacciones físicas masculinas a niveles elevados de tensión sexual no se hallan confinadas a los órganos primarios o secundarios de la reproducción» [2]. Nótese que lo que están diciendo no es que no hay reacciones sexuales a nivel genital, sino que estas no se delimitan a los mismos. Dicho de otra forma, hay una respuesta sexual más allá de los genitales. La famosa pareja de sexólogos advierte que ellos no fueron los primeros en describir reacciones sexuales extragenitales, sino que investigadores como Ellis, Dickinson, Kinsey y otros ya lo habían hecho, pero sin haberlas comprendido ni apreciado lo suficiente.
Y entonces, ¿dónde se ubica el orgasmo? El orgasmo a diferencia de otras sensaciones ocurre en todo el cuerpo. Si te golpeas el pie es probable que solo cojees un poco y si el golpe es muy fuerte tal vez grites, te encorves y quieras sentarte para reposar unos segundos, pero no hay duda de que el dolor está focalizado en el pie. En el orgasmo no es tan simple, los estímulos sexuales van a causar tensión en los músculos, la sangre se empezará a acumular en diferentes partes del cuerpo, aumentarán las palpitaciones y la respiración irá en aumento. Da igual si estas teniendo un coito, si te están acariciando los pechos o si te besan con pasión, las consecuencias se sentirán de forma generalizada. En el estallido del orgasmo cerrarás los ojos, estirarás los pies, se tensarán repentinamente todos tus músculos y tendrás un sinfín de reacciones. Tal vez creas que el orgasmo ocurre en los genitales porque ahí las contracciones son muy fuertes, pero si prestas atención descubrirás que tu ser entero participó del orgasmo y no solo una pequeña sección de tu cuerpo.
Autor: Mariano O. Murillo Cedeño
marianomurilloc@gmail.com
[1] Masters & Johnson: Human sexual response, 27. Texto original: «The human female’s physiologic response to sexual stimulation is not confined to the reproductive viscera».
[2] Masters & Johnson: Human sexual response, 171. Texto original: «The human male’s physical reaction to elevated levels of sexual tension es not confined to the primary or secondary organs of reproduction».