Los juguetes sexuales no son nada nuevo. Han existido desde mucho antes de lo que imaginamos. Un viejo libro del Dr. De Lucenay [1] da ejemplos de cómo el ser humano ha elaborado objetos caseros para obtener placer. Estos pueden ir desde usar alimentos como el plátano, hasta aparatos con electricidad para aumentar la intensidad de los sentidos. De Lucenay relata que en ciertas tribus existen ídolos de piedra, barro o madera con forma humana que se utilizan principalmente para rituales sagrados, pero también para el placer personal o como recurso pedagógico [2]. Esto último ha sido llevado a niveles impresionantes mediante la tecnología moderna. Estamos hablando de muñecos sexuales elaborados con tanto detalle que aparentan ser una persona real.
El comercio de muñecos sexuales es en su mayoría para un público masculino, por lo que la mayor parte de la producción consiste en muñecas sexuales. Es por esta razón que se les suele llamar sex dolls. Hay todo tipo de sex dolls, mujeres, hombre o transexuales, hay con distintos tonos de piel, cabello, estatura y proporciones corporales.
Los primeros reportes de la existencia de muñecos sexuales datan del siglo XVI en Francia, eran conocidos como dame de voyage (dama de viaje) y estaban hechas de tela cosida o ropa vieja. Desde entonces la innovación de tales artefactos no se ha detenido. Para el siglo XIX estos maniquíes sexuales se ofrecían a través de catálogos de «artículos de caucho parisino» [3]. Con los años su producción fue desarrollándose en otras latitudes como Londres, Viena, Alemania, Japón y otros países. En el 2016 una compañía en Japón llamada Trottla, causó un escándalo a nivel mundial al anunciar la producción de muñecas para pedófilos. Shin Takagi, dueño de la empresa, ha confirmado que fabrican muñecas que simulan tener de 5 años en adelante y también admite sentir atracción sexual hacia los niños [4]. Dos años después abrió una tienda en París con cuatro muñecas sexuales para ser alquiladas [5] y en los Estados Unidos la compañía KinkySDolls abrió el primer prostíbulo con robots sexuales [6]. Para el 2019 se inauguró el primer burdel de muñecas sexuales en Madrid [7] y cada vez hay más comercios de este tipo en todo el mundo.
El debate moral y científico
Las opiniones al respecto del uso de muñecos sexuales es variado. A nivel moral los defensores del uso de muñecos sexuales dicen que no se está ofendiendo ni haciendo daño a una persona real, por lo que no hay nada de malo. Se alega que expresar la sexualidad es un derecho humano, que no se está cometiendo ningún crimen y que la búsqueda de placer sexual no es algo malo. Las objeciones de carácter moral son que no hay una verdadera vivencia de valores, que es una forma de cosificar a las personas, principalmente a las mujeres, y que va en contra de las buenas costumbres y los mandamientos de Dios.
A nivel sexológico, el debate no gira en torno a criterios morales, sino psicológicos, conductuales y clínicos. Quienes defienden el uso de muñecas sexuales indican que es una conducta sexual equivalente a la masturbación o al uso de juguetes sexuales como vibradores. Aseguran que prohibir muñecos o robots sexuales sería lo mismo que prohibir los accesorios eróticos. Los objetores recuerdan que ciertas conductas corren el riesgo de volverse compulsivas o convertirse en un fetiche [8]. En el caso de los muñecos sexuales este riesgo aumenta exponencialmente por su figura humanoide. Además, no necesariamente tendría que existir una prohibición absoluta, pero sí una regulación mínima del comercio [9].
En cuanto a los criterios psicológicos, sus defensores hablan de que son un medio para expresar sentimientos y canalizar deseos sexuales dañinos como la pedofilia. Son muchos los profesionales que discrepan de tales planteamientos. Diversos documentales revelan que quienes usan muñecas sexuales tienen baja autoestima, experimentan una profunda soledad y no saben relacionarse con otros. Los consumidores de estos productos llegan incluso a poner nombre a sus muñecos sexuales, le hablan como si fuera una persona, los llevan a pasear a diferentes lugares, les comprar regalos y hasta se casan. Estas personas necesitan comprensión y ayuda, no una excusa para escapar de sus propios temores. Páginas como Dirty Knights se aprovechan del estado de sus clientes y promocionan sus muñecas con frase como «la mujer de tus sueños existe» o «nosotros en Dirty Knights, creemos en la familia» [10].
Desde una óptica más clínica, hay propuestas que ven a las sex dolls como medio terapéuticos para personas con deseos, conductas o trastornos complejos. Por ejemplo, la empresa KinkySDolls que ya hemos citado, promociona sus robots como una forma de terapia, y en su página web expresa lo siguiente: «Nosotros creemos que cada vez que alguien COMPRA/RENTA nuestra Muñeca Sexual Robots de Acompañamiento Ai, reducimos la prostitución y el tráfico humano» [11]. Quienes no opinan así se preguntan que qué clase de terapia sexual es aquella en la que se depende de un ser inanimado para funcionar apropiadamente. Un ejemplo histórico nos puede ser útil para comprender este aspecto. Cuando los sexólogos Masters & Johnson se refirieron a los terapeutas sexuales que tenían sexo con sus clientes, ellos desaprobaron profundamente dicha práctica. No olvidemos que ellos pasaron una década viendo a parejas teniendo relaciones sexuales, midiendo su ritmo cardiaco, su respiración y anotando hasta los cambios físicos más sutiles en el cuerpo para comprender a profundidad que pasaba con el cuerpo durante las relaciones sexuales. Si alguien podía presumir de saber qué se debe hacer para estimular a otra persona, esos eran Masters & Johnson, y aun así se negaron a interactuar eróticamente con sus clientes por una sencilla razón: su objetivo no era darle un orgasmo a su cliente, sino que este pudiera alcanzarlo por sí solo. Ellos querían que su cliente aprendiera a sentir su cuerpo, a relajarse y a confiar en sí mismo sin importar con quien estuviera. En el caso de las sex dolls ocurre algo similar: la funcionalidad que un cliente alcanza con un muñeco puede parecer real, pero sin este es incapaz de operar bien.
Pero hay gente que ha llevado el tema de las muñecas sexuales como recurso terapéutico aún más lejos. Hay quienes afirman que el uso de muñecas sexuales en forma de niñas evitaría que los pedófilos lleguen a cometer un verdadero delito. La idea consiste en que un pedófilo es como una olla de presión sin escape, que tarde o temprano terminará explotando. Suministrar una sex doll en forma de niño a un pedófilo sería el medio en que este liberaría su presión. Así opina Takagi, dueño de la empresa japonesa que produce este tipo muñecas sexuales y quien ha declarado que: «Estoy ayudando a personas a expresar sus deseos legal y éticamente» [12]. Sin embargo, la mayoría de los profesionales expresa que tales productos no atenúan sino que agravan las fantasías pedófilas y motiva a quien las padece a cumplirlas. Además, rechazar el uso de las muñecas sexuales no es quitar otros medios verdaderamente terapéuticos para lidiar con dicha condición.
Desde la Sexología con enfoque prósopon, las relaciones sexuales son un espacio en donde intervienen una serie de aspectos que personalizan al ser humano. Una relación unidireccional entre persona y cosa no puede igualarse a la que hay entre dos personas. Muchos de los criterios que hoy utilizamos para criticar visiones reduccionistas de la sexualidad como el puritanismo, el hedonismo, o el biologicismo, así como determinadas prácticas sociales, estereotipos y culturas antiguas, es porque caen en una visión mecanicista del cuerpo. Cada época tiene sus propios retos, pero quizás un prostíbulo con robots no es muy diferente a un marido que evita tocar o ver el cuerpo de su esposa a la hora de penetrarla.
Autor: Mariano O. Murillo Cedeño
marianomurilloc@gmail.com
[1] Lucenay: Los Artificios del Placer. Este libro fue escrito entre 1932 y 1934 como parte de la colección “temas sexuales” de la Editorial Fenix (Madrid, España). El autor es presentado como un experto en temas de sexualidad. a pesar de esto, el texto del libro genera dudas, por cuanto algunos pocos relatos parecen ser extremadamente exagerados o incluso sesgados, pues exponen la sexualidad con una serie de prejuicios y estereotipos. Sin embargo, lo hemos citado tomando en cuenta que mucho de su contenido es real y que hace una recopilación de diversas fuentes como novelas, relatos orales, experiencias vividas y vistas por su persona. También en algunas ocasiones cita autores como Ellis y otros. El texto que hemos usado en este artículo corresponde a una edición de 1950 impresa en México DF.
[2] De Lucenay: Los Artificios del Placer, 94-96.
[3] Bloch: The Sexual Life of our Time, 413 y 648-649. De Lucenay: Los Artificios del Placer, 91
[4] McCrum: “Lifelike child sex dolls created to ‘stop paedophiles committing crimes’”, en: http://www.mirror.co.uk/news/world-news/lifelike-child-sex-dolls-created-7177869
[5] Miguel: “¿Es legal un prostíbulo de muñecas sexuales? París acaba de decir que sí”, en: https://magnet.xataka.com/un-mundo-fascinante/es-legal-un-prostibulo-de-munecas-sexuales-paris-acaba-de-decir-que-si
[6] Pitol: “Se dificulta la apertura del primer prostíbulo de robots en Estados Unidos”, en: http://www.vice.com/es_latam/article/43eqwb/se-dificulta-la-apertura-del-primer-prostibulo-de-robots-en-estados-unidos
[7] The Objective: “Dentro del primer ‘burdel’ de muñecas sexuales de Madrid”, en: https://youtu.be/XBJ23ae6zXg
[8] La OMS clasifica el fetichismo como un trastorno de la preferencia sexual (F65.0).
[9] Algunas regulaciones mínimas podrían ser: Políticas de publicidad, no producir muñecos sexuales con apariencia de niños, prohibir prostíbulos, limitar la cantidad de muñecos que alguien puede tener, tener la mayoría de edad para su uso, entre otros.
[10] http://www.dirtyknightssexdolls.com
[11] http://www.kinkysdolls.com
[12] McCrum: “Lifelike child sex dolls created to ‘stop paedophiles committing crimes’”, en: https://www.mirror.co.uk/news/world-news/lifelike-child-sex-dolls-created-7177869